Viaje Turquía, Siria y Jordania

1 de Agosto – Inicio del viaje

 

Carretera y más carretera hasta llegar a Francia. Dormimos en un área de servicio en la autopista al lado de Marsella a pesar de lo poco recomendable que ya sabemos que es.

2 de agosto – Carretera

Llegamos por la noche a Venecia (1.800km desde Madrid). Decidimos pasar el día siguiente en la hermosa ciudad y por ello dejamos la AC en un parcheggio que ya conocemos (pincha y lo ves) al lado de un embarcadero. Es muy barato (4 euros al día), con césped y mucha sombra, casi como un cámping, aunque notamos algunos cambios: los horarios de entrada y salida de las autocaravanas son algo diferentes a los del año pasado, y además ahora pretenden cobrarnos el agua del depósito de la AC (3 euros!). Ya la cogeremos de cualquier gasolinera. Italia han sido unos 30 euros en peajes.

3 de agosto – Venecia

Vamos a Venecia a pasar el día en un autobús municipal (ya conocemos los vaporettos y para estas vacaciones debemos ir ajustando los gastos). Después de regatear con varios gondoleros mi mujer acaba encontrando el que nos parece más barato por el mismo tiempo en una de las callejuelas de la ciudad (60 euros/40 minutos). El calor y la humedad son tremendos, muy diferente al agosto del año pasado que fue más fresco. Volvemos por la tarde a la AC y nos ponemos en ruta. Entramos en Eslovenia y como ya íbamos advertidos desde España prestamos mucha atencíón a la nueva viñeta (pegatina) eslovena que todos los vehículos deben comprar al entrar en el país (autobuses y camiones no). La pegatina son 35 euros y da derecho a circular por las autopistas eslovenas durante 6 meses. Quien no la compre se arriesga a una multa de entre 150 y 800 euros. No es broma. Unos franceses en Turquía me confirman la multa que les cayó a ellos. Paramos un rato en un área de servicio eslovena magnífica. El paisaje es impresionante… bosques y bosques y 6 grados menos de temperatura que unos kilómetros atrás, Water quimico, toma de luz gratuita y un olor a vegetación increible. Seguimos adelante, por la noche entramos en Croacia donde ya comienza el desfile de puestos fronterizos que veremos todo el camino con sus, por lo general, poco simpáticos aduaneros y aduaneras. Dormimos en un área de servicio croata.
El gran canal de venecia con un calor sofocante


4 de agosto – Carretera

Croacia, Serbia y Bulgaria. Parecidos y diferentes. Hace 20 años Yugoslavia era el país más desarrollado del este de europa y Bulgaria estaba detrás. Hoy Croacia y Serbia me dan la impresión de haber sido adelantados hasta por Marruecos y desde luego por la propia Bulgaria. Creo que la separación de esfuerzos desde su fragmentación en varios países independientes lo único que ha conseguido es disminuir el progreso. Pequeña agricultura, muchos autos Ladas y Yugos con 20 años encima y poco industria fuera de las ciudades. No hay naves industriales a la vista, no hay fábricas. Es bastante desolador. Por si fuera poco Croatas y Serbios compiten en robarnos a mano armada en los peajes de sus autopistas. 20 euros en peajes por atravesar Croacia (dudan entre aplicarnos la clase 2 o la clase 3 mucho más cara y al final nos aplican la 2). Pero la palma se la llevan los Serbios. 60 euros ! por atravesar Serbia. Mucho más que cualquier otro país. Nos aplican una clase 8 tres o cuatro veces más cara que un turismo. Para colmo los últimos 200 km desde Nis hasta la frontera búlgara son una carretera "internacional-comarcal lamentable". Sin embargo Bulgaria da otro aspecto aunque tampoco sea para tirar cohetes. Utilizan el sistema de viñeta o pegatina esloveno aunque por escasos 5 euros y ellos mismos te lo cobran en el puesto fronterizo. Una aduanera búlgara quiere entrar dentro de la AC a revisarla pero intenta abrir la puerta ella misma y nos arranca el tirador quedándoselo en la mano. Una "gracia" que hará que durante el resto del viaje no podamos entrar a la AC desde el exterior más que por las puertas de la furgoneta. Dormimos en un área de servicio búlgara.

 

En todo el viaje está haciendo mucho calor, y aunque dentro de la autocaravana no hace mucho al ir en movimiento, el aire tórrido golpeando la autocaravana está haciendo que la nevera no funcione en absoluto. El congelador también está fallando. Cuando estamos parados aunque haga mucho calor sí se recupera, pero en marcha con el aire caliente que choca con la autocaravana no funciona. La carne que llevamos congelada desde España corre serio peligro. Esto va a ser así todas las vacaciones cada vez que tenemos que hacer una etapa larga de kilómetros.

5 de agosto – Turquía

Entramos en Turquía previo pago de un visado de 10€ por persona. Las primeras diferencias con Europa del Este me parecen enormes. En la misma frontera hay un frenesí de grúas, obras, obreros, etc. Vamos por una magnífica autopista a diferencia de las carreteras del este de Europa y tiene todo el aspecto de un país muy desarrollado. Otra diferencia pero muy mala: el gasoil tiene un precio astronómico: 1,7 euros el litro (!). Posiblemente el precio más alto de toda Europa o del mundo. Tras 200 km de autopista y 3.550 km totales llegamos por la noche a Estambul-Istambul pagando sólo 5 euros de peaje, lo cual es de agradecer para compensar el susto de cuando se agote el gasoil búlgaro del depósito (aquí lo llaman Motorin ó Dizel) y tengamos que repostar a precio turco. Los peajes de Turquía al menos son así de baratos y junto a una red de autovías gratuitas muy decentes dan un mapa de carreteras muy rápido para las enormes distancias. Algo que descubriré con el tiempo es que hay algunas gasolineras por el interior del país que tienen el gasoil a 1,5 euros, así que conviene estar atentos a ellas.


En Estambul nos dirigimos a un parking que alguien ya recomendó en el foro de internet y yo tenía anotado. Es un parking en pleno centro de Estambul, en el Cuerno de Oro junto al puente de Gálata. Nos cuesta un poco conseguir dirigirnos al centro urbano pero al final llegamos. En el parking nos sitúan a 5 metros del mismo agua del cuerno de oro sobre un espacio de césped. Tenemos un grifo de agua en una mezquita a 50 metros y además conseguimos coger wi-fi libre de la universidad de al lado. Nos duchamos y salimos a dar nuestro primer paseo por Constantinopolis.

Pulsa aquí para ver el párking en Google Maps

Aparcados en el mismo cuerno de oro y puente de Gálata

6 y 7 de agosto – Estambul

Dedicamos estos dos días a visitar la ciudad y a hacer las típicas visitas del primer viaje de todo turista a Estambul. Eso sí, sin agobios ni tampoco pretender abarcar todo, al fín y al cabo hay que dejar cosas sin ver para intentar regresar a cada lugar que se viaja una segunda, tercera o cuarta vez. Así que Gran Bazar, Santa Sofía, las cisternas (las cosas que hizo el emperador Justiniano son increíbles todas ellas), Mezquita Azul (preciosa), Bazar de las especias y un crucero por el Bósforo hasta el mismo Mar Negro con una parada en un pueblecito pesquero donde se puede comer pescado a buen precio. Durante los dos días también paseamos y paseamos y también comemos riquísimos kebaps, pescado, etc, algunos a precio de clavada y otros a precio de paisano del lugar.
             
               
Estar aparcados a cinco metros del cuerno de oro nos permite ver el trasiego constante de embarcaciones idéntico al enloquecido tráfico de personas y vehículos, sobre todo durante el día, claro está. Eso quiere decir que quizás hicimos bien en llegar de noche a Estambul, y que seguramente sea conveniente salir también de noche de la ciudad para evitar el caos circulatorio.
La mezquita azul vista desde Santa Sofía

8 de agosto – Mar Negro y Carretera

Salimos la noche del 7 de Estambul no habiendo visto todo lo que querríamos. A mí me hubiera gustado el Museo Arqueológico, pero es bueno dejar deberes pendientes para sentir la necesidad de volver. El puente que enlaza Europa con Asia es espectacular, con iluminación de colores cambiantes, y resulta muy emocionante la sensación, pero al acabar de cruzarlo de pronto nos encontramos con un peaje que resulta imposible de pagar ya que utilizan tarjetas electrónicas todas las casetas. Un amable taxista viendo nuestros problemas nos pasa su tarjeta por el lector y nos pide a cambio 5 liras que se supone que le habrá costado a él… quizás haya beneficio de por medio pero nos ha sacado del apuro pues la barrera se ha levantado. Esta noche del 7 al 8 dormimos a 100 kms de Estambul y por la mañana continuamos hacia Capadocia. Al poco de ponernos en marcha y aprovechando la cercanía del Mar Negro decidimos desviarmos 40 kms al norte y pasar la tarde en una playa del Mar Negro. Salir de la autopista supone descubrir que las carreteras secundarias turcas son muy buenas, en muchos casos autovías. La espesura de los bosques según nos acercamos a la costa es increíble. Algún otro viaje que hagamos a Turquía habrá que explorar la costa norte a fondo, pero en este no podrá ser. Llegamos al Mar Negro y está completamente embravecido. Olas enormes rompiendo en la misma playa nos impiden bañarnos y nos tenemos que conformar con mojarnos los pies. Tampoco hace mucho calor, esto viene a ser como el Cantábrico y hemos debido pillar un día malo. Es un cambio completo de clima en una distancia de unas decenas de kilómetros. Por la tarde nos vamos de nuevo hacia Capadocia.

9, 10 y 11 de agosto – Capadocia

 

Por la tarde del 9 llegamos a Capadocia. El pueblo de Uchilar nos hace pensar en los seres humanos como abejas viviendo en colmenas, ahora son las grandes ciudades, pero también hace más de mil años construimos colmenas humanas. Toda una montaña convertida en un "rascacielos" de la antiguedad. Llegamos al pueblo de Göreme, muy pensado para el turista con un aire muy cosmopolita: turistas europeos de viaje organizado junto a mochileros japoneses buscándose la vida y paisanos que parlotean cualquier idioma. Tras visitar el museo al aire libre que es como un enorme monasterio troglodita nos alojamos en el Camping Göreme que tiene piscina con dos toboganes para que las niñas se diviertan también. En el Cámping hablamos con una familia francesa que vienen de vuelta de nuestro mismo destino. Vienen de Aqaba en Jordania tras atravesar Siria de ida y de vuelta. Les pregunto sobre los impuestos de entrada a Siria y las cifras que me dan se corresponden con lo que luego comprobaremos nosotros mismos en la frontera. Esta familia conoce bien esta parte de Asia, ya que también han viajado en otras ocasiones por Armenia, Georgia y Azerbaiyan. También conocemos en el cámping una familia bilbaína muy viajera con la que compartimos una velada muy entretenida. Son incontables los países en los que han estado, anteriormente de mochileros y ahora con su camper. A quienes nos gusta viajar no hay nada como escuchar por la noche historias y anécdotas de otros viajeros, y estos amigos bilbaínos que han viajado por muchos más sitios que nosotros nos mandan a la cama con mucha envidia sana de sus recorridos por toda Europa y fuera de Europa. 

Nos hacemos perezosos en el cámping y al final tenemos que renunciar a ver el cañón o valle de Ilhara ya que es una visita de varias horas. En otra ocasión será. Nos despedimos el día 11 de Capadocia visitando la ciudad subterránea de Derunkuyu donde vivían hasta 10.000 personas bajo tierra en incontables pisos bajo tierra de los que sólo se han excavado ocho. Los pozos de ventilación, los laberintos, las cocinas y dormitorios y las puertas redondas de piedra maciza para sellar las galerías ante el ataque enemigo me recuerdan nuevamente a algo de una película fantástica como el Señor de los Anillos.

12 de agosto – Carretera y frontera Siria

Nos acercamos a la frontera Siria, estamos en Adana, el otro extremo del Mediterráneo, y aquí pasamos el primer día y la primera noche de calor tremendo porque se une la enorme humedad. Parece que todo el calor del Mediterráneo desde Cádiz se acumula en este extremo del Mar. Desde Adana hasta Antalya, esta zona de la costa turca mediterránea es tremenda del calor+humedad, y eso que está en la misma latitud que Valencia. Éste será uno de los dos sitios que pasaremos calor de verdad, junto con Aqaba en Jordania.

Como yo iba con mucho miedo de no conseguir agua decente en Siria, acumulo bidones de agua en Turquía antes de cruzar la frontera.En esta parte de Turquía sobra el agua por todos lados, y de buena calidad. Al parecer la mitad este de Turquía ya es otra cosa y tienen más problemas y por eso han hecho la gigantesca presa Ataturk, pero por aquí abundan las fuentes al borde de la carretera, o en cualquier gasolinera. Lleno casi 80 litros en bidones aparte de los 100 del depósito. En Siria comprobaré que agua, haber hay, otra cosa es su calidad incluso para lavar.

Llegamos a la frontera Siria. Nos asaltan las dudas de si el viaje no es una pequeña locura y si no sería mejor dedicar el resto de vacaciones a Turquía, más aún por los impuestos que sabemos que hay que pagar por entrar a Siria con vehículo diesel. Pero por otro lado tenemos los visados de Siria y Jordania en los pasaportes (180€ todos) y sería una pena no usarlos y tener que volver quién sabe cuando. El caso es que nos tiramos varias horas perdidas entre la frontera de Turquía y Siria. Multitud de camiones colapsan la frontera. La primera parte, que es la aduana turca tardamos para salir una hora y pico, nada que ver como cuando entramos al país. La segunda parte, la aduana Siria es más caótica, de una ventanilla a otra, papeles a rellenar sólo en árabe, etc. Nos ayudó el típico escribano de las fronteras marroquíes al que le dimos una propina por guiarnos y rellenarnos algunos impresos. Finalmente queda clara toda la cuestión de los impuestos para entrar en Siria. Son tres tasas pero varía la cuantía en función de la estancia en el país. En nuestro caso para una estancia de tres días para redondear en euros son unos 55 euros de impuesto de vehículo diesel, otros 55 euros de seguro (la carta verde no vale) y otros 55 euros de la “carte de passage” una especie de pasaporte como un libro amarillo para vehiculos a motor que llevan todos los camioneros y nosotros no (con el tiempo acabo por entender lo que es la carte de passage y sus ventajas si hay que moverse fuera de la UE). Total 175 euros. Cuando volvamos a entrar desde Jordania habrá que volver a pagar dos de esos impuestos nuevamente (diesel y carte de passage-120€). El seguro no ya que tiene una validez de un mes. La sorpresa es que el Diesel no es tan barato como pensaba en Siria. 25 libras sirias el litro, que vienen a ser 40 céntimos de euro. Nada que ver con los 8 céntimos de euro que había leído en algún sitio de Internet. Llenar el depósito al completo nos cuesta unos 25 euros, que aún así da gusto. Una vez en Siria hemos entrado en otro mundo. Ni siquiera Marruecos me parece tan tercer mundo. Siria lo supera con creces. Yendo por la autovía de la frontera hacia el interior nos encontramos en apenas unos minutos con un asno atropellado muerto en el arcén, niños de 12 años cruzando un rebaño de ovejas por la autovía, gente andando por los carriles de la autovía sin miedo (incluso por el carril rápido), coches yendo en sentido contrario. Es impresionante. Hay que adaptarse o morir. Eso sí, una vez se echa la noche encima decido que mi capacidad de adaptación para conducir en Siria no abarca al horario nocturno y paro en lo que es un área de servicio siria: gasolinera+bar donde conseguimos dormir algo a pesar del intensísimo tráfico nocturno (la suicida conducción siria incluye el horario nocturno).

13 de agosto – Palmira y Damasco

 

Dedicamos el día a visitar Palmira. Una familia catalana muy amable nos invita a unirnos a su grupo con su guía para recorrer las ruinas de la ciudad del desierto. Muy simpáticos recorremos con ellos el templo de Baal y luego ya el resto de la ciudad nosotros solos.
Palmira

Después nos vamos al castillo que Saladino mandó construir en la colina al lado de la ciudad y que se encuentra bastante bien conservado. La vista desde el castillo es espectacular… el palmeral del oasis de Palmira y los restos de la ciudad en medio del desierto sirio… También visitamos algunas tumbas del valle de las tumbas cercano a  Palmira. En conjunto todo ello muestra lo cerca que estamos de egipto y de babilonia…se ven muchas influencias en los capiteles de las columnas, los pórticos de la ciudad, el valle de las tumbas. Muy oriental y egipcio todo ello y menos romano. Al atardecer salimos de Palmira hacia Damasco yendo por una carretera que va paralela a la frontera iraquí. En esa carretera hay un trafico muy intenso de coches nuevos con matrículas iraquíes pero de marcas americanas (Chevrolet, GMC, Pontiac, etc) en un sentido y otro. Los que vuelven hacia Iraq van cargados de cosas y los que van a Damasco van vacíos. Imagino que serán iraquíes que han prosperado bajo la administración americana poseyendo incluso un coche nuevo americano y que se dedican a comprar cosas en Damasco para llevarlas a su país. Algún Hummer militar con soldados nos recuerda que estamos cerca de zona bélica. También hay muchas bases militares sirias e incluso carros de combate en trincheras excavadas a pocos metros de la carretera. Está claro que Siria está en una situación de situación de "preguerra" con Israel hacia un lado y con los EEUU mirando a Iraq. En Damasco aunque sabemos del cámping que hay, aparcamos en el párking del Museo Arqueológico para estar más céntricos y poder dar un paseo nocturno por la ciudad vieja. Por la mañana dudamos entre visitar el Museo Arqueológico o dejarlo para la vuelta. Al final decidimos irnos hacia Jordania.
Me arrepentiré ya que el museo cierra los martes y será ese día cuando volvamos a estar en Damasco en la vuelta.

14 de agosto – Mar Muerto

Cruzamos la frontera siria-jordana. Al final se le va cogiendo el tranquillo a esto de hacer papeleos y pagar impuestos imprevistos. Para salir de Siria un nuevo impuesto de unos 7 euros por cada mayor de 12 años. Para entrar en Jordania un impuesto parecido al de entrar en Siria pero menos abusivo. Unos 50 euros por asegurar la autocaravana. Nada más entrar en Jordania se aprecia que no tiene nada que ver con Siria. Una país mucho más avanzado donde se ve que el dinero del turismo da resultados. Mejores codches, mejor conducción por autopistas y ciudades, mejor aspecto todo en general. En la autopista a la entrada de Amman vemos por delante una autocarvana. Sea del pais que sea merecerá la pena saludarles así que acelero un poco para ponerme a su altura… y es ¡española!. Paramos en el arcén y resulta ser un hispano-jordano llamado Alí que lleva 30 años en España y ha venido a Jordania a ver a su familia con la Autocaravana. Es amabilísimo y nos da el teléfono de un hermano suyo que vive en Petra el cual nos ayudará cuando vayamos allí de visita. Prometemos verle en su casa de Amman cuando acabemos nuestra visita al sur de Jordania y partimos para el Mar Muerto.

Después de equivocarme en la ruta y estar a punto de entrar en la Cisjordania ocupada por Israel (un control militar jordano me envía por la ruta correcta) al final llegamos al destino. La primera impresión cuando se llega al Mar Muerto es que parece que se baja a las profundidades de la tierra por que el resto de Jordania está a una altitud de 1000 metros y desde arriba tiene toda la sensación de una enorme grieta en la tierra (es lo que es). El altímetro de mi reloj marca -375 metros de altura. Bañarse en el Mar Muerto es algo muy extraño (¡¡y doloroso si se tienen pequeñas heridas o arañazos!!). El agua tiene una textura rara, un poco viscosa y está más caliente que la temperatura corporal… y es real lo de que es imposible sumergirse (¡¡o ahogarse!!).
>Increíble puesta de sol de color dorado (Mar Muerto)

El sol se pone por tierras israelíes y hay una luz especial dorada en la puesta de sol que no he visto nunca. No es un truco, es de ese increíble color. Hay alguna playa pública, pero hemos preferido entrar en un complejo turístico con piscina y playa privada, ya que se agradece un baño en agua dulce. Eso sí, el complejo turístico es caro de narices… 10 euros por persona por entrar a una playa que a su vez tiene piscina y bar.  Somos pocos los occidentales, y mi mujer en bikini está perdida en un mar de mujeres jordanas y saudíes tapadas hasta el último centímetro de su piel que se limitan a observar cómo se baña el resto de su familia. Ese papel de la mujer en público siempre me ha sublevado, incluso aunque estemos en su tierra y se considere que debemos "respetar sus costumbres"… no lo soporto. Con la noche salimos en dirección a Petra. Las carreteras jordanas son mejores que las sirias y la conducción es muy respetuosa por lo que conducir de noche no es arriesgado. Llegamos a Petra de madrugada con sólo 1 ó 2 horas para que salga el sol (amanece a las 5.30h) y dormimos el tiempo que podemos aparcados en las cercanías de la entrada a las ruinas.

15 de agosto – Petra

Nos citamos con el hermano de Alí, Hussam, y uno de sus hijos nos lleva como guía por la ciudad de los Nabateos. La espectacularidad de la ciudad aumenta con el paraje natural en el que se encuentra, escondida en la profundidad de un cañón. A vuelo de pájaro está completamente escondida, es una obra extraordinaria. El estado de conservación en algunos casos es magnífico, casi comparable a Pompeya.
Petra se va asomando por el desfiladero

El conjunto de la ciudad es espectacular, pero los templos excavados a la montaña son increibles, no sólo el más conocido de Petra llamado "el tesoro" sino otros incluso mas grandes. Por la tarde merendamos con Hussam (el hermano del hispano-jordano Ali que nos encontramos entrando en Amman) y su familia en su casa. Su hospitalidad es abrumadora. Tras unas horas en su casa vamos con ellos a visitar la pequeña Petra, una réplica de la Petra original pero mucho más minúscula que sirvió de ensayo para la original. Nos despedimos de esta familia que nos ha atendido tan amablemente pensando que los españoles hemos perdido hace mucho esa hospitalidad. De Petra nos dirigimos al Wadi Rum y dormimos en el aparcamiento de la entrada.

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